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La Cruz de Cristo: El Fundamento del Verdadero Discipulado

Cuando una persona entrega su vida al Señor, está entrando en una nueva vida, una vida edificada sobre un fundamento firme: Jesucristo y Su obra terminada en la cruz. Sin entender este fundamento, es imposible crecer en la fe o caminar en verdadera obediencia a Dios.


La Cruz: el punto de partida de nuestro camino


La Biblia deja claro que la salvación no se basa en nuestras obras, sino en lo que Cristo hizo en el Calvario. Efesios 2:8-9 nos dice: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, porque es don de Dios, no por obras, para que nadie se gloríe". Nuestro viaje comienza creyendo en el sacrificio de Cristo, Su muerte, sepultura y resurrección, que pagó el precio por nuestros pecados.

Pero la salvación no es el final del viaje; Es el comienzo. La cruz no es solo donde recibimos la salvación, sino que también es el lugar donde debemos permanecer. Si nos alejamos de la cruz, nos alejamos del camino de Dios.


De la leche a la carne: Creciendo en Cristo


Como creyentes recién nacidos, comenzamos con "leche" espiritual (1 Pedro 2:2), aprendiendo los conceptos básicos de la fe: la oración, la lectura de la Biblia y la confianza en Dios. Pero el objetivo es crecer en "alimento" (Hebreos 5:12-14), donde no solo creemos en Cristo, sino que también vivimos de acuerdo con Su Palabra, aplicando la verdad de la cruz a nuestro caminar diario. El crecimiento en Cristo no se trata solo de conocimiento intelectual, se trata de rendirse a Él y permitir que Su vida se forme en nosotros.


Negarse a sí mismo: La clave para seguir a Cristo


Jesús lo dejó claro en Lucas 9:23: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y sígame". Esta no es una decisión de una sola vez; es una elección diaria de dejar a un lado nuestros propios deseos, nuestro propio camino, y adoptar el camino de Dios.


Pablo se hace eco de esto en Gálatas 2:20: "Con Cristo estoy juntamente crucificado, pero vivo; pero no yo, sino que Cristo vive en mí; y la vida que ahora vivo en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí". Este es el corazón de la verdadera vida cristiana: morir a uno mismo para que Cristo pueda vivir a través de nosotros.


No hay nada bueno en nuestra carne que pueda agradar a Dios (Romanos 8:8). Es por eso que la carne debe ser crucificada diariamente, lo que significa que cada pensamiento, acción y deseo debe ser rendido al Señor. La victoria no viene por el esfuerzo propio, sino por la fe en Cristo y en lo que Él ya ha hecho.


Peleando la buena batalla de la fe todos los días


Vivir para Cristo no es solo una decisión de una sola vez, es una lucha diaria de fe. Pablo nos instruye en 1 Timoteo 6:12: "Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual también fuiste llamado, y has profesado buena profesión delante de muchos testigos". Esta lucha no se libra con la fuerza humana, sino poniendo continuamente nuestra fe en Jesús y en Su obra terminada.


Cada día, debemos elegir caminar en el Espíritu y no en la carne (Gálatas 5:16). Es una forma de vida, una transformación. No somos la misma persona que solíamos ser. Somos una nueva creación en Cristo Jesús (2 Corintios 5:17). El viejo hombre ha sido crucificado, y ahora vivimos en la justicia de Cristo.


El Espíritu Santo: Nuestro Maestro y Guía Diario


Dios no nos ha dejado resolver las cosas por nuestra cuenta. El Espíritu Santo es nuestro maestro, Aquel que nos guía a toda la verdad (Juan 16:13). Él obra en nosotros diariamente, convenciendo, corrigiendo y guiándonos en justicia.

Cuanto más nos sometemos al Espíritu Santo, más crecemos en Cristo. Él nos enseña no solo qué hacer, sino también cómo caminar en victoria. La verdadera transformación ocurre cuando lo escuchamos y aplicamos lo que Él nos revela a través de la Palabra de Dios.


El papel del estudio bíblico en el crecimiento espiritual


Una vez que entendamos que la cruz es el fundamento, debemos edificar sobre ella mediante el estudio de la Palabra de Dios.


Esto incluye:

  • Aprender a estudiar las Escrituras en su contexto para que no seamos engañados por falsas doctrinas.

  • Comprender los significados originales de las palabras bíblicas para comprender verdades más profundas.

  • Confiar en el Espíritu Santo para la revelación en lugar de solo el entendimiento humano.


Caminando en el Espíritu: Una Vida Fructífera


Un creyente que mantiene su fe en Cristo y en Su cruz crecerá en el Espíritu y dará fruto (Gálatas 5:22-23). Cuanto más andemos por fe en Su obra terminada, más veremos la evidencia de Su vida en nosotros: amor, gozo, paz, paciencia y todos los frutos del Espíritu.


Estímulo para permanecer enfocado en Cristo


Si has entregado tu vida al Señor, no te desanimes cuando surjan dificultades. La vida cristiana no se trata de esforzarse con sus propias fuerzas, sino de rendirse al poder del Espíritu Santo. Mantén tus ojos en Jesús, el autor y consumador de tu fe (Hebreos 12:2).


Dios ha dado un solo camino de victoria: Su Hijo. Si confías en Él todos los días, negándote a ti mismo y tomando tu cruz, encontrarás fuerza, paz y verdadero propósito. Deja que tu corazón se rinda completamente a Cristo, y Él te guiará por el camino de la justicia, porque Su camino es el único camino que Dios reconoce.


Pelear la buena batalla de la fe es un compromiso diario, pero no estás luchando solo. ¡Cristo ya ha ganado la victoria! Sigue adelante, sigue confiando en Él y deja que el Espíritu Santo te guíe en todas las cosas.

Mantén el rumbo, camina en fe y deja que la cruz sea tu fundamento.


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