¿Ley o Gracia? Caminando en Libertad en Cristo a través de la Obra Terminada de la Cruz
- Ministra Belinda Ramirez
- Feb 3
- 5 min read
Muchos creyentes se encuentran divididos entre dos realidades: la ley y la gracia. La ley exige perfección, mostrándonos dónde fallamos, mientras que la gracia nos ofrece libertad, perdón y poder para vivir según la voluntad de Dios. Entonces, ¿vivimos por la ley o por la gracia?
Referencia Bíblica:
Comencemos con Gálatas 5:1:"Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud."
Las notas de la Biblia de Estudio Expositor enfatizan que fuimos hechos libres para vivir una vida santa, y esta libertad viene al evidenciar la fe en Cristo y Su obra terminada en la cruz. Esta libertad no solo nos libera del pecado, sino que nos da la capacidad de vivir en la naturaleza divina de Cristo Jesús. Sin embargo, abandonar la cruz y volver a la ley en cualquier forma garantiza una vez más la esclavitud a la naturaleza pecaminosa.
El Papel de la Ley:
La ley, como vemos en la Biblia, nunca tuvo la intención de salvar. Su propósito era mostrarnos el estándar perfecto de Dios y revelar nuestra incapacidad para cumplirlo por nuestra cuenta. Romanos 3:20 nos dice:"Ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado."
La ley es como un espejo que refleja nuestras imperfecciones, pero no puede corregirlas. Nunca fue diseñada como una solución permanente. De hecho, vivir bajo la ley nos lleva de nuevo a la esclavitud del pecado, recordándonos constantemente nuestra incapacidad para obedecer perfectamente a Dios. La ley nos señala nuestra necesidad de un Salvador.
Gálatas 3:24 dice:"De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, para que fuésemos justificados por la fe."
El propósito de la ley era enseñarnos que necesitamos un Salvador, mostrándonos nuestra pecaminosidad y nuestra incapacidad de alcanzar el estándar perfecto de Dios por nosotros mismos. La ley nunca tuvo la intención de salvarnos o hacernos justos; fue dada para señalarnos al Único que sí puede—Jesucristo.
El Poder de la Gracia:
Aquí es donde la gracia entra en acción. La gracia es el favor inmerecido de Dios, extendido a nosotros a través de Jesucristo. A través de la obra terminada de la cruz, Jesús hizo lo que la ley nunca pudo hacer. No solo cumplió los requisitos de la ley, sino que también tomó sobre sí mismo la pena por nuestros pecados, abriendo el camino para que viviéramos libres de la condenación de la ley.
Romanos 6:14 nos dice:"Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia."
Es vital entender que no somos salvos por la ley ni por obras. Si alguien cree que puede hacer algo, en términos de obras, para agradar a Dios y ganar la salvación, está tristemente engañado. Efesios 2:8-9 nos dice claramente:"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe."
La única obra que Dios acepta es la de aceptar a Cristo Jesús como Salvador y descansar en Su obra terminada en la cruz. No es por nuestros esfuerzos o buenas obras, sino solo por la gracia que somos salvos.
Vivir bajo la gracia no significa vivir sin reglas o pautas; significa que nuestro poder para vivir para Cristo proviene del Espíritu de Dios dentro de nosotros, no de nuestra propia fuerza o de la obediencia a un conjunto de normas. Ya no estamos sujetos a la ley, sino empoderados por la gracia de Dios para vivir en la naturaleza divina de Cristo Jesús.
Creciendo en Gracia y Firmes en la Verdad:
Mientras caminamos en gracia, somos llamados a crecer en ella. 2 Pedro 1:5-12 habla de añadir a nuestra fe virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, piedad, afecto fraternal y amor. Estas cualidades nos ayudan a crecer, haciéndonos más como Cristo a medida que permitimos que la gracia transforme nuestras vidas.
El versículo 8 nos dice:"Porque si en vosotros están estas cosas, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo."
Este conocimiento está arraigado en la verdad de Jesús, quien es la verdad (Juan 14:6), y en la verdad de Su obra terminada en la cruz.
Lucas 9:23 nos dice:"Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz cada día, y sígame."
Caminar en gracia implica una entrega diaria, tomar la cruz y vivir en la realidad de la obra de Jesús en nuestras vidas. No vivimos por la ley, sino por la gracia, negándonos a nosotros mismos y siguiendo a Cristo.
La verdad, que es Jesús y Su crucifixión, es el fundamento de nuestra fe y nuestra libertad. Como escribió Pablo en 1 Corintios 2:2:"Pues me propuse no saber entre vosotros cosa alguna sino a Jesucristo, y a éste crucificado."
Solo a través de la cruz encontramos verdadera libertad, gracia y el poder para vivir una vida piadosa.
La Libertad para Vivir para Cristo:
La gracia no es solo una excusa para pecar; es el poder para vivir la vida santa a la que somos llamados. A través de la gracia, podemos caminar en la naturaleza divina de Cristo, lo que es posible gracias a Su obra terminada en la cruz.
Juan 8:32 dice:"Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres."
La verdad de la cruz nos hace libres y, a través de esa verdad, podemos caminar en gracia y vivir para Cristo. Esta libertad se realiza completamente cuando entendemos que ya no somos extraños para Dios, sino que hemos sido acercados por la sangre de Cristo (Efesios 2:13-18).
Entonces, ¿vivimos por la ley o por la gracia?
La respuesta es clara: gracia.
La obra terminada de Jesús en la cruz nos ha liberado de la condenación de la ley y del poder del pecado. Ahora, caminamos en la libertad de la gracia, confiando en Su obra en lugar de la nuestra.
Cuando caminamos en gracia, estamos caminando en la naturaleza divina de Cristo, empoderados para vivir para Él y cumplir Su propósito en nuestras vidas. Esta es la vida a la que estamos llamados: una que refleje el amor y la gracia de Dios, no a través de nuestro esfuerzo, sino a través de Su poder en nosotros.
Descansemos en la suficiencia de Su gracia, sabiendo que no se trata de lo que hacemos para ganar Su favor, sino de lo que Él ya ha hecho por nosotros en el Calvario.

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